Grandes maestros: Luis Ramas

Hoy entrevistamos a Luis y llegó cargado de sorpresas: peonzas extraordinarias, juegos de perinolas, libros, regalos originales…

Empezó, no podría ser de otra manera, enseñando algunos trucos a nuestros pequeños periodistas, y acabó leyéndonos preciosos pedacitos de grandes obras literarias. Con su paciencia y dulzura, cautivó a todos y todas desde el primer minuto.

¿Cómo has llegado hasta aquí, hasta este sofá rojo que refleja la pasión de grandes maestros?

Bueno, Ana, vamos a ver si consigo responderte a esta importantísima pregunta de por qué me hice maestro. En primer lugar, comentarte que yo me hice maestro de una manera muy consciente, porque estaba estudiando en esos momentos tercero de otra carrera, Económicas. De pronto me di cuenta de que la carrera y la profesión de economista me gustaba mucho pero no me iba a llenar tanto como la de maestro.

Primero, me parecía apasionante porque veía que un maestro era una persona que en primer lugar tenía que ser un buen actor frente a un público exigente y un buen comunicador. Tenía que transmitir a sus alumnos y no solamente tenía que lograr que ese público atendiera, sino también que entendiera y que aprendiera esas cosas que les transmitía en cada sesión, o en cada obra de teatro.

Por otro lado, había un componente científico, en el sentido de que tenías que planificar tus sesiones, formarte e indagar siempre cosas nuevas, para que tu asignatura siempre les fuera aportando más conocimientos a tus alumnos, e incluso para ti mismo, para no sentirte simplemente un repetidor de conocimientos.

Y luego la profesión de maestro tenía otro componente muy atractivo para mí y era estar trabajando siempre con personas, el contacto humano para mí era y es fundamental. Tienes contacto con tus alumnos, con tus compañeros, con los padres, con otras entidades y otras personas de esas entidades que colaboran con la escuela. Me atraía mucho poder conseguir objetivos, realizar determinadas actividades uniendo, de alguna manera, voluntades personales de distintos colectivos. Todo esto hizo que me decantara por esta profesión y me pareciera, antes de ejercerla, una profesión apasionante, como luego realmente así ha sido. Porque considero que he tenido el lujo de estar en el oficio más bonito del mundo, el oficio de maestro.

Esta vez todas las preguntas de las niñas y los niños, que eran improvisadas, estuvieron relacionadas con un juego tradicional que Luis volvió a poner muy de moda entre su alumnado estos últimos años.

Marina: ¿Cómo has conseguido todas esas peonzas? Luis: Empecé a hacer mi colección de peonzas no a vuestra edad, sino ya mucho mayor. He sido profesor y cuando estaba dando clases de Educación Física, se me ocurrió que a lo mejor las peonzas les podían gustar a los niños y podíamos hacer muchos juegos con ellas. De ahí empezó mi afición. Aparte de que me recordaban a los momentos en los que yo jugaba a las piezas. Aparte de hablar de ellas, lo que más me gusta es jugar con ellas. Ayer estuve jugando a las peonzas en mi casa. Bueno, en el patio, no en el piso, porque las peonzas pueden estropear el suelo.

Marco: ¿Y aún sigues? Luis: Aún sigo. ¿Y sabéis lo que más me gusta de mi colección? Es que casi la mitad de las peonzas que tengo en mi colección me las han traído mis amigos y mis amigas cuando han ido de viaje.

Sira: ¿De París? Luis: De muchos sitios. Por ejemplo, de París.

Marco: ¿Cuántas peonzas tienes? Luis: Ahora debo de tener unas 2.120. Cada vez que añado una nueva, la coloco en una vitrina y pongo la fecha, el lugar del que viene, quien me la regaló o si la compré yo, los colores… y las tengo numeradas.

Marco: ¿Puedes hacer volar una peonza? Luis: Hay peonzas que vuelan. Hay una peonza que se llama Levitrón, que es una peonza que está volando en el aire, girando en el aire. Podéis verlo en un vídeo de mi canal de YouTube. Ese video está hecho con niños como vosotros, niños del colegio donde yo estaba, de vuestra edad. Se ve que vuela girando en el aire. No es magia, es un experimento científico. Tienen imanes escondidos.

Pablo: ¿Cuándo te hiciste famoso? Luis: Bueno, famoso, famoso, no soy mucho. (Ríe).

Pablo: Bueno, ¿cuándo te reconocieron? Luis: En el colegio, cuando organizaba exposiciones de peonzas para los niños y otras actividades, lo contaban a sus papás, a sus amigos, y entonces ya la gente me iba conociendo como un coleccionista de peonzas. Y después escribí un libro con un amigo y compañero que también era muy aficionado.

Algunos momentos de la entrevista: