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Crecer como hermanos

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La importancia de ser hermano mayor pequeño

Clara Ortega dijo: “Para todos envejecemos, menos para los hermanos. Ellos saben cómo fuimos siempre. Compartimos los códigos, recordamos las peleas familiares y los secretos, el dolor y las alegrías. Vivimos fuera del tiempo.”

Como madre de tres niños con personalidades muy diferentes y cada uno maravilloso y único, hoy quiero hablaros sobre la importancia de una buena relación entre hermanos y compartir algunos consejos para ayudarles a fortalecerla y crecer creando lazos fuertes, que les mantendrán unidos en su edad adulta.

En esta etapa se crean profundos lazos de unión. En el caso de los hermanos pequeños, además, aprenden a manejar las situaciones significativas en sus vidas viendo cómo las experimentan sus hermanos mayores primero. El hermano menor con frecuencia ve al mayor como un héroe y puede llegar a tomar decisiones sociales en consecuencia.

Su interacción en la infancia también les enseñará a lidiar con los obstáculos de la convivencia en el futuro y a mejorar sus habilidades para relacionarse con otras personas. Aprenderán a empatizar, comunicarse, compartir…  No olvidemos que los niños aprenden tanto de la interacción positiva como de la negativa. También sus discusiones les resultarán valiosas, siempre que sean respetuosas y no guarden resentimiento, pues les enseñarán a resolver conflictos en el futuro.

La relación entre hermanos puede ser la más gratificante que se desarrolla durante la vida. Entre ellos pueden compartir inseguridades, errores y deseos que no compartirían con nadie más. De ahí la importancia de los padres a la hora de ayudar a los hermanos a solucionar sus dificultades y alimentar una relación positiva para que se lleven bien desde niños.

Este trabajo comienza cuando el hijo único deja de serlo. Empecemos por preparar al hermano mayor ante la llegada de su hermanito involucrándolo en las tareas y los cuidados del mismo. Hablémosle de lo maravilloso que será que en la familia seamos más personas disfrutando juntas, queriéndonos, cuidando unos de otros y compartiendo los momentos importantas de nuestra vida. Así lo he hecho yo con mis hijos y se sienten muy afortunados de tenerse, no hemos conocido los celos, pues ¿cómo sentir celos por tener la suerte de que más personas nos quieran de un modo incondicional con nuestras virtudes y defectos? 

También debemos implicar a los niños gradualmente en las tareas cotidianas, enseñarles a trabajar unidos para hacer nuestra vida aún mejor.

Una norma que nunca debemos incumplir es la de respetar la individualidad de cada niño. Cada hijo debe sentirse valorado como individuo, no queramos a todos por igual, sino a cada uno de forma especial, porque cada uno es único y esas diferencias les hacen a todos maravillosos. No debemos compararlos, sino ayudarles a potenciar aquello que les hace especiales. Por otro lado, tenemos que enseñarles a conocerse a sí mismos y entre ellos y a comprender que diferentes personalidades conllevan distintos modos de afrontar las situaciones, de apreciar cada acontecimiento y de comunicarse.

Cuando mi hija mayor tenía 5 años y la mediana 2, a menudo la gente me decía delante de ellas: “qué lista es la pequeña también, pero no será tan lista como la hermana…” , “que educada es la pequeña, pero tiene cara de pilla, tan formal como la mayor no será…” Estos comentarios podrían llevar a la pequeña a crecer con inseguridad en su primera etapa, siempre a la sombra de su hermana. Es cierto que la mayor es muy madura, responsable, educada e inteligente. Igualmente la pequeña es muy empática, creativa, con grandes cualidades artísticas, divertida y, sobre todo, una gran hermana. En un caso así, debemos enfrentarnos a la ardua tarea de ayudar al pequeño a encontrar su propio lugar, valorando todas esas cualidades en las que destaca.

Resumiendo:

  • Compartid con vuestros hijos la felicidad que sentís por ser uno más, ellos deben saber que son tan afortunados como vosotros.
  • Cuando surja un conflicto, escuchad a cada uno para que se calmen, dadles un tiempo para recapacitar y dejad que lo solucionen por sí mismos. Cuando sean adultos, tendrán que ser capaces de resolver solos sus conflictos sociales. Enseñadles, guiadles, pero no lo arregleis vosotros.
  • Hacedles partícipes en un esfuerzo común, fomentando las responsabilidades de unos hacia otros.

Y no os preocupéis por equivocaros más de una vez, pues ser padres a veces es difícil y resulta fácil caer en la tentación de decir: “¡Castigada por molestar a tu hermano pequeño, a ver cuándo consigues parecerte más a tu hermana mayor!” ;D

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